Pero recientemente, sumé una nueva actividad dominguera. Ahora, aparte de pasear en pijama por la casa, también pienso por qué me tocan tipos como Eduardo y no como Matías, el nuevo de la oficina, que es absolutamente perfecto. Podría dar miles de razones. La primera es que no me parezco a Giselle Bundchen, pero en realidad es más simple (Sí, más simple que ser o no ser Giselle). Los tipos como Matías no salen con chicas que pijamean y miran repeticiones de “Charmed”. Los Matías perfectos salen con las chicas que se ponen anteojos de sol y se van a brunchear a Olsen con un amigo gay.
Y es verdad que intercambié sólo tres palabras con Matías y no se nada de él. Todo esto corre por cuenta mía, por lo que me imagino cuando lo escucho hablar por teléfono o cuando le miro su ropita gris de diseñador joven. Pero convengamos que estas cosas nunca fallan.
Así como para los hombres dividen a las mujeres entre “a las que le dan” y a “las que no le dan”, nosotras hacemos una clasificación más finita (me caso, no me caso, me da bola, no me da bola, se lo presentaría a mis amigas, lo escondería, etc etc). De vez en cuando aparece uno como Matías, que entra en todas las categorías (”me caso”, “se lo presentaría a mis amigas”, “me va a romper el corazón” y, para equilibrar, también en “no me daría bola”).
Matías no habla con nadie, es una suerte de tímido (pero no tímido-tartamudo sino tímido-huraño, que es la mejor timidez). Tiene cara de oscuro, un poco torturado, de que le rompieron el corazón hace cinco años y nunca más volvió a salir con una chica. Es hosco, evasivo, gruñón (tiene el síndrome de “El paciente Inglés”). Jamás tiene muestras de cariño, ni siquiera con la recepcionista que es, curiosamente, igual a Giselle Bundchen. La esquiva, la mira con cara de asco, y no, no porque sea gay, sino porque la considera vulgar y agresiva. Está todo el día con sus auriculares, y cuando habla por celular se aleja y habla en voz baja de manera muy escueta y puntual. Está siempre despeinado perfectamente. No come con nadie de la oficina. Se sienta sólo a leer un libro. No mira televisión, sólo películas y alguna series. Tiene un perro divino con un nombre cool como Ajax, que es su mejor amigo.
Todo eso es Matías, o esa conclusión saqué yo luego de espiarlo una semana entera. Además, el otro día me lo probé. El estaba parado en el teléfono, al lado de una pared espejada y me paré al lado, con el brazo escondido detrás de su cintura… ¿Y saben qué? Me quedaba perfecto.
Carolina Aguirre - Ciega a Citas
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