Sunday, May 16, 2010

Feliz domingo

Los domingos son el cáncer de las solteras. No mintamos más. La mayoría de nosotras, (pongámosle el 95%) lo único que hacemos es dar vueltas en pijama, comer, mirar televisión, hablar por teléfono con amigas y perder el tiempo en la computadora. Y podríamos hacer miles de cosas mejores, como ir a comer brunch a un bar con mesas en la vereda, o ir a revolver ferias de antiguedades, o a la pileta de una amiga o a un ciclo en el Malba. Pero no vamos. O no los domingos. Los domingos preferimos encerrarnos a sentir autocompasión y a flagelarnos porque no tenemos pareja. Es nuestro hobbie secreto.

Pero recientemente, sumé una nueva actividad dominguera. Ahora, aparte de pasear en pijama por la casa, también pienso por qué me tocan tipos como Eduardo y no como Matías, el nuevo de la oficina, que es absolutamente perfecto. Podría dar miles de razones. La primera es que no me parezco a Giselle Bundchen, pero en realidad es más simple (Sí, más simple que ser o no ser Giselle). Los tipos como Matías no salen con chicas que pijamean y miran repeticiones de “Charmed”. Los Matías perfectos salen con las chicas que se ponen anteojos de sol y se van a brunchear a Olsen con un amigo gay.

Y es verdad que intercambié sólo tres palabras con Matías y no se nada de él. Todo esto corre por cuenta mía, por lo que me imagino cuando lo escucho hablar por teléfono o cuando le miro su ropita gris de diseñador joven. Pero convengamos que estas cosas nunca fallan.

Así como para los hombres dividen a las mujeres entre “a las que le dan” y a “las que no le dan”, nosotras hacemos una clasificación más finita (me caso, no me caso, me da bola, no me da bola, se lo presentaría a mis amigas, lo escondería, etc etc). De vez en cuando aparece uno como Matías, que entra en todas las categorías (”me caso”, “se lo presentaría a mis amigas”, “me va a romper el corazón” y, para equilibrar, también en “no me daría bola”).

Matías no habla con nadie, es una suerte de tímido (pero no tímido-tartamudo sino tímido-huraño, que es la mejor timidez). Tiene cara de oscuro, un poco torturado, de que le rompieron el corazón hace cinco años y nunca más volvió a salir con una chica. Es hosco, evasivo, gruñón (tiene el síndrome de “El paciente Inglés”). Jamás tiene muestras de cariño, ni siquiera con la recepcionista que es, curiosamente, igual a Giselle Bundchen. La esquiva, la mira con cara de asco, y no, no porque sea gay, sino porque la considera vulgar y agresiva. Está todo el día con sus auriculares, y cuando habla por celular se aleja y habla en voz baja de manera muy escueta y puntual. Está siempre despeinado perfectamente. No come con nadie de la oficina. Se sienta sólo a leer un libro. No mira televisión, sólo películas y alguna series. Tiene un perro divino con un nombre cool como Ajax, que es su mejor amigo.

Todo eso es Matías, o esa conclusión saqué yo luego de espiarlo una semana entera. Además, el otro día me lo probé. El estaba parado en el teléfono, al lado de una pared espejada y me paré al lado, con el brazo escondido detrás de su cintura… ¿Y saben qué? Me quedaba perfecto.

Carolina Aguirre - Ciega a Citas


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