"Apoyó la taza sobre el mármol helado y lo miró sorprendida. Esperaba una buena respuesta a su último planteo sobre los arbolitos de roble que estaba planeando plantar en el jardín y él no podía darle lo suficiente. Apretó con rapidez un par de botones para subir el volumen del jazz que resonaba de hacía rato sin penetrar con profundidad ninguna sensación y lo miró inocentemente.
Pero creo que esta vez si entedió que no había mucho que escavar. El era así, simple. De su poca suerte nunca había llegado a completar una personalidad llena o vertiginosa. Y los secretos y misterios que ella pensaba buscar nunca habían existido.
Ahora todavia no la encuentra en las mañanas, ahora todavía del café brota vapor.
Todavía la escucha desde su cama, todavía no sale de ese rincón."
