Y ahí venía la parte en la que te imaginabas en China, con amigos chinos, con una novia china y con esas casitas de colores con techos raros que se ven en las películas chinas.

Yo creo que el destino puede existir o no. Podes creer que tu destino esta acá, allá o donde vayas vigilándote; nunca te liberás y es él, el que marca tu vida. O simplemente podes pensar que no existe tal invento. Que mi vida siempre va a depender de mí y la voy a poder ir cocinando paso a paso. Si yo me quiero quedar para siempre acá y sufrir las consecuencias: bien por mí. Si yo quiero irme hasta China a probar fortuna: también bien por mí. Las cosas pueden cambiar si yo las muevo de lugar.
Sí, exactamente eso era lo que decías después de cada vez que te sentías fuera del mundo y venías por mí.
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