Hay algo escondido en el fondo del asunto y no lo encontrás. Simplemente porque no buscás.
¿Buscar? Buscar, buscas excusas, lamentos, razones. Pero nunca una solución.
¿Y qué pasaría si algún día nadie te escuchara? ¿Si quedaras sola? Ya no podrías regalar tus justificaciones por ahí, evidenciando errores.
Solamente estarías vos, y tu cabeza, claro. Dándote vueltas como una calesita, escuchando una y otra vez eso que nunca oíste.
Recordando cada uno de tus tropiezos, cada una de tus caídas. Y ahí te encontrás de lleno con una soledad oscura que te revela la verdad de la que siempre escapaste (Fuigitivos de la certeza).
¿Hay algo peor que no reconocer tus propios errores? Sí, reconocerlos tarde.
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